lunes, 25 de octubre de 2010

Se enciende la noche

No sé si escribo a estas horas para alargar el día o evitar que llegue la mañana. La noche es el lugar de la paz, del silencio, donde los sueños cobran cuerpo. Miro por la ventana. La luna está ahí como un consuelo para los insomnes, como un faro que guía hacia aquellas tareas que se ligan más con la travesura y el esparcimiento. Miro papeles, contesto correos, me desperezo y recuerdo las pequeñas batallas ganadas del día.

El sueño es el lugar del descanso; pero cuando tienes hijos, el descanso es el sueño de otros. Como cada noche, reanudo mi petición a los astros de dejar de vivir entre las trincheras de las obligaciones y del tiempo. Me pregunto por qué a veces la vida cotidiana se parece tanto a un campo lleno de obstáculos o a un deporte de alto riesgo para aquellos que le huimos a al educación física y que somos felices con una existencia de alcachofa.

El futuro es una topadora que arrasa y no perdona. Escribo letra a letra con la esperanza de que le hagan una zancadilla al tiempo. Pero el lenguaje no evita que pasen las horas. Y sé que dentro de poco volveré a ser una maratonista sin carrera, una escaladora sin montaña, una atleta urbana que empezará las auténticas olimpiadas cuando el reloj de la orden de largada.

El premio vale más que el millón de la pregunta: en estos momentos descansa feliz en su cama, y desde sus sueños desprende una luciérnaga de papel que me invita, que me llama, a encender la noche.

1 comentario:

  1. ¡Qué idea tan maravillosa crearte una cueva tan espaciosa y llena de luz y vida! Si echo la vista atrás, este lugar es la evolución natural para quien regaló a sus amigos un recreo literario que hizo grandes aquellos largos días en la Oxford y para quien facebook no es sino un post-it... ¡con todo lo que tienes que compartir!
    Gracias. Rosa

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